• Procedimiento: peeling con ácido glicólico
  • A favor: poros más cerrados, menos acné, tono de la piel más regular
  • En contra: piel seca y escamosa unos 5-7 días

¿Alguien más se acuerda de ese capítulo de Sexo en Nueva York en el que Samantha Jones decide hacerse un peeling químico rejuvenecedor antes de la fiesta de presentación del libro de Carrie y acaba pareciendo, como dice Carrie, un carpaccio de ternera?

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Sí, yo también lo tengo grabado en la memoria. Por eso, cuando alguien me sugirió que me hiciera un peeling, en concreto uno con ácido glicólico, para parar el acné, respondí con un “NO” rotundo.

Pero, teniendo en cuenta que es uno de los tratamientos faciales más populares, me dije que merecía la pena probarlo, a pasar de poder acabar pareciendo un trozo de carne cruda.

¿Qué es un peeling con ácido glicólico?

Un peeling con ácido glicólico es una versión supercargada de los peelings “iluminadores” que te puedes comprar en Sephora. Utiliza el ácido glicólico, un ácido alfa hidróxido y uno de los químicos exfoliadores más eficaces, que debilita las conexiones entre las células de la capa superior de la piel y acaba por eliminar esa capa.

Aunque suene algo cruento, recuerda: la capa superior de la piel está formada básicamente por células muertas. Al eliminarlas puedes conseguir que la piel parezca más iluminada y tersa. Entre otros de los beneficios también se consigue un estímulo de la producción de colágeno (que combate los signos del envejecimiento) y se regula el tono de la piel si tienes problemas de hiperpigmentación. En el caso del acné, la eliminación de las células muertas de la piel también puede quitar la porquería que hace que se obstruyan los poros.

Para aquellos que nos enfrentamos por primera vez a un peeling, es mejor empezar con uno del 20 %. “Es un peeling químico muy suave y ligero para conseguir una pequeña exfoliación”, dice Melissa K. Levin, dermatóloga titulada en Nueva York y clínica en el hospital universitario Langone Health and Mount Sinai de Nueva York. Pero aunque sea un tratamiento suave dentro de los estándares en clínica, es más fuerte que cualquier cosa que puedas comprar en una tienda. Lo que significa que puede irritar la piel sensible, enrojecerla y secarla (para acabar con el estilazo de Samantha Jones).

Según Levin, por lo general un peeling con ácido glicólico suele costar unos 200-400 dólares por sesión (dependiendo de dónde vivas), y añade que la mayoría se coge un tratamiento de tres a seis sesiones a lo largo de unos pocos meses, dependiendo del problema de cada piel. Si quieres cerrar los poros, con tres tendrás suficiente, pero si tienes una hiperpigmentación intensa, quizá tengas que hacerte más.

Existen diferentes fabricantes de peelings glicólicos, pero Levin me recomendó el peeling 20 % glicólico de NeoStrata para probar por primera vez.

El procedimiento:

Cuando llegué a la oficina de Levin, me pidió que me quitase todo el maquillaje y que me lavase la cara con un limpiador súper suave. Tenía algunos granitos en la barbilla, porque no puedes utilizar ningún ingrediente activo agresivo como retinol, ácido salicílico para combatir el acné o peróxido de benzoilo unos días antes del peeling químico.

Después me puse una bata para proteger la ropa y me recogí bien el pelo con una diadema (algo que no es tan fácil cuando tienes el pelo corto y con capas).

“No son más de 15 minutos”, me dijo Levin, así que me puse a contar con la cabeza en cuanto me tumbé en la silla para que me hicieran el tratamiento. Se me pasó volando:

  • Levin me volvió a lavar la cara para asegurarse de que trabajaba sobre una piel limpia y me puso vaselina en los orificios nasales y párpados para proteger la piel delicada de los productos químicos del peeling.
  • A continuación, usó un pincel para extenderme el peeling por toda la cara, sin tocar los párpados, las fosas nasales ni los labios.
  • Puso una temporizador durante siete minutos y se relajó mientras el peeling hacía efecto. Estuvo fijándose en mi piel constantemente para controlar que no se estuviese irritando demasiado o reaccionando de manera negativa a los químicos.
  • Una vez concluidos los siete minutos, roció una solución neutralizante sobre la piel para que el peeling dejase de funcionar (y de quemarla).
  • Eliminó con una toallita la solución y me cubrió la cara con trapos frescos y húmedos para relajar la piel.

En total es cierto que no fueron más de 15 minutos. Y, bueno, estaba preparada para un dolor insoportable, pero la verdad es que no me dolió nada. Noté la cara caliente, como si me hubiese bebido un par de chupitos de tequila más que como si me hubiese olvidado de echarme crema solar durante un día entero en la playa. Y en general noté un picor como el que sientes cuando te comes un jalapeño, nada fuera de lo normal.

La recuperación: Esto no fue un camino de rosas.

Levin me puso un espejo enfrente de la cara cuando concluyó el procedimiento y... ¡guau! Tenía la piel más tersa y los poros parecían más cerrados, pero tenía la cara súper roja y ya empezaba a escamarse.

Levin me advirtió que no se me permitía cubrirla con maquillaje. “No te maquilles ni hoy ni mañana”, me dijo, “pero al tercer día ya no hay problema”.

También tuve que cambiar un poco mi rutina de tratamiento facial durante la semana siguiente para adaptarla a la piel sensible después del peeling. “Lávate la cara con un limpiador superhidratante”, me recomendó Levin. Y luego: “Hidrata, hidrata e hidrata”, con fórmulas básicas únicamente. Me sugirió que usase algo con ceramidas, ácido hialurónico o glicerina (ingredientes muy hidratantes).

También tenía que dejar que la piel descansase y se recuperase, por lo que no podía usar ingredientes agresivos (retinol, ácido salicílico, peróxido de benzoilo, ácido láctico, etc.). O sea, cualquier cosa con las etiquetas “iluminador” o “antienvejecimiento” estaba fuera de lo permitido.

Y lo más importante es que me dijo que tenía que ser muy buena a la hora de llevar protección solar y reducir la exposición de la piel al sol, ya que tenía la piel muy sensible después del tratamiento y era más propensa a quemarse. “Ahora los sombreros serán tus mejores amigos”, me dijo.

“Empezarás a ver los resultados de cinco a siete días”, añadió Levin. Pero durante los primeros días después de la intervención... “Empeora antes de empezar a mejorar”, me advirtió Levin, “pero eso es totalmente normal”.

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Courtesy of Jessie Van Amburg

Prepárate para que la piel se te escame todo el rato de dos a tres días. En mi caso fue algo casi inmediato, algo muy angustiante, porque después del tratamiento me fui a trabajar y luego me fui al cine con una amiga con cara de serpiente en plena muda. Y el no poder cubrirla con algo de maquillaje me resultó muy difícil.

El peeling siguió su curso. Algunos días me tocaba la cara y se me caían trocitos de piel seca sin más [escalofriante], pero en lugar de frotarme para que se me pelase entera, recordé lo que me aconsejó Levin y me unté crema hidratante y protector solar.

También me salieron erupciones en la barbilla los días después del peeling. Ya tenía algunas ahí, pero al tercer día después del tratamiento se habían duplicado (o casi triplicado). Levin me tranquilizó y me dijo que era normal. “Piensa que has sufrido una reacción más fuerte porque tienes la piel más sensible y propensa a la rosácea”, me aclaró.

Al cuarto día después del peeling estaba desesperada. Tenía la piel fatal y estaba convencida de que los peelings no eran lo mío. Parecía una pizza mezclada con una piedra pómez, y no estaba nada bien. ¿Quién hace esto de manera voluntaria?, pensé mientras me ponía la base del maquillaje.

Los resultados: Buenos, pero nada revolucionario.

La mañana del jueves, seis días después del peeling con ácido glicólico, me desperté con la cara muchísimo mejor. Estaba limpia, tersa, iluminada y (sobre todo) no tenía granos. ¡POR FIN!

Por primera vez en al menos un par de semanas no tuve que echarme mucha base ni corrector. Se me habían secado los granos y ya no había señales de piel escamada. Además, los poros, que normalmente los tengo muy grandes, se habían reducido, estaban más tersos y casi ni se notaban, sobre todo en la frente y en el entrecejo.

Está claro que, dado que solo me hice un tratamiento, no conseguí unos resultados de ensueño. Se nota la diferencia en la iluminación y en los granos entre una foto y la otra, pero un ojo con poca experiencia no notaría una gran diferencia. Pero para mi día a día la mejora fue enorme, y seguramente los resultados mejoren con una sesión de peeling más o dos.

Sin embargo, no sé si me voy a atrever con otra por el momento, sinceramente.

En resumen: Si quieres probar los tratamientos de belleza, un peeling con ácido glicólico está bien para empezar: es rápido y te puedes recuperar fácilmente. Pero tampoco esperes que unos resultados impresionantes.

Vía: Women's Health. Traducción: blarlo.com